Porfirio Díaz había dicho inicialmente que
ya no se presentaría a una séptima
reelección en 1910, lo que comenzó a generar
iniciativas por parte de la clase
acomodada para organizar el recambio del dictador. Sin embargo,
no se encontraba a la persona indicada
para el reemplazo, así que el Porfirio Díaz fue
convencido para continuar en el poder mediante
una nueva reelección (la séptima).
En ese ínterin, apareció a la luz
pública Francisco I. Madero, un personaje desconocido
hasta ese entonces que, tras haber publicado un libro en el
que se cuestionaba el sistema
democrático en México por
las continuas reelecciones del general Díaz, lanzó
su candidatura a la presidencia de la República
conformando el Partido Anti-reeleccionista en clara disputa al
dictador.
En un comienzo no se tomó en serio al repentino
aspirante a la presidencia y como se consideraba que no
tendría oportunidad alguna de vencer al aparato
re-eleccionista de Porfirio Díaz se le permitió
llevar adelante su campaña electoral. Conforme la
campaña electoral avanzaba, Madero y su Partido
Anti-reeleccionista convocaban cada vez a mas personas a sus
actos proselitistas hasta convertirse en verdaderas
concentraciones de masas.
Madero, en ese momento, ya era una amenaza para
Díaz que se mostraba cada vez más irritado con los
discursos
encendidos de Madero que entusiasmaban al pueblo. La
campaña electoral se tornó entonces violenta y
varios agitadores maderistas fueron encarcelados por "subvertir
el orden público", hasta que le llegó el turno al
propio Madero en Monterrey donde fue detenido. De este modo, se
realizaron las elecciones en las que, una vez más
resultó ganador, el general Díaz. De nada sirvieron
las impugnaciones realizadas por el Partido Anti-reeleccionista
en las que se demostraban fehacientemente las irregularidades
cometidas para dar la victoria al general.
Entonces, Madero escapó de su prisión en
San Luís (a donde se lo había llevado) y antes de
partir hacia su destierro, hizo público su célebre
Plan de San
Luís el 5 de octubre.
El Plan de San Luís, documento histórico
que daría inicio a la revolución
mexicana, denunciaba el fraude cometido
en las elecciones y declaraba nula la elección de Porfirio
Díaz. Llamaba a la población mexicana a sublevarse contra la
dictadura e
incluso daba fecha (el 20 de noviembre)
para el inicio del levantamiento armado.
Adicionalmente declaraba la necesidad de restituir a los
propietarios originales sus tierras usurpadas por los
acaparadores de tierras y el régimen de P.
Díaz.
El documento había tocado la misma médula
del problema pues relacionaba el régimen político
con la usurpación de las tierras. Los acontecimientos
posteriores demostrarían que Francisco Madero no estaba
plenamente conciente de esto, pero había encendido la
llama que arrollaría todo el sistema. Lo importante en ese
momento era que el documento mostraba nítidamente que ya
no era posible una salida pacífica de la angustiante
situación de México y que se hacía necesaria
la revolución armada.
3.
El estallido de la Revolución y la caída de
Porfirio Díaz.
Cuando llegó la fecha indicada para la
sublevación, naturalmente el régimen había
tomado sus precauciones y movilizado a su ejército en las
principales ciudades. No parecía en un primer momento
haber tenido alguna repercusión el llamamiento del Plan de
Madero. Pronto comenzaron, sin embargo, a llegar los informes de
las primeras sublevaciones campesinas en Chihuahua, Coahuila,
Yucatán. Porfirio Díaz había esperado una
sublevación en las ciudades y por ese motivo, no
había tomado medida alguna para evitar el brote de
rebelión en el campo. Cuando su ejército
llegó a los brotes de la insurrección, ya no era
posible sofocarlas pues surgían como hongos en todos
los puntos cardinales del inmenso territorio nacional.
Muy pronto se sumaron a la revuelta manifestaciones de
obreros en las ciudades, complicando aún más la
situación para el régimen. En eso Madero
entró a México (en febrero del año 1911) con
un pequeño pero aguerrido ejército de voluntarios
que se sumaron a su causa, ocasionando gran expectativa por todo
el país.
Madero y sus huestes, después de duros combates
con el ejército del régimen, tomaron ciudad
Juárez, demostrando que sus fuerzas ya tenían
posibilidades reales en la guerra que se
había iniciado.
Ante el peligro que las acciones de
Madero se conviertan en una guerra campesina generalizada,
Porfirio Díaz, convencido por sus allegados terratenientes
temerosos del posible curso de los acontecimientos, tuvo que
ceder. Envió a sus emisarios para firmar un acuerdo con
Madero.
El acuerdo implicaba la renuncia de Porfirio
Díaz, así como la celebración de nuevas
elecciones en el curso de ese mismo año. A cambio de eso,
Madero se comprometió a desmovilizar a sus milicias y
pacificar el país. El acuerdo no decía nada sobre
la promesa de Madero de restituir las tierras a los
campesinos.
Es precisamente en este momento que se puede apreciar
que Madero, como terrateniente, no tenía interés en
solucionar el problema de la tierra. Su
promesa, inmersa en el plan de San Luís, no había
sido más que una propuesta demagógica para encender
la revuelta contra Porfirio Díaz. Muchos campesinos, que
habían seguido entusiasmados a Madero, se sintieron
naturalmente desilusionados. De este modo, si bien muchas de las
milicias se desmovilizaron, otras continuaron en armas
negándose a abandonar la lucha. Pero ya la guerra
entró en un reflujo y las guerrillas campesinas que
continuaron en pié de guerra tuvieron que retirarse a
zonas alejadas de los centros neurálgicos del
país.
Porfirio Díaz renunció el 25 de mayo
concluyendo su largísimo régimen y México
pudo entrar nuevamente en una etapa de proselitismo electoral que
culminó con el triunfo de Madero que se posesionó
como nuevo presidente en noviembre de 1911.
4. El
régimen de Madero y la traición de
Huerta.
México no volvería, sin embargo a ser el
mismo de antes. La revuelta contra el porfiriato
había generado guerrillas campesinas que no estaban ya
dispuestas a continuar tolerando el injusto sistema de haciendas
y la acaparamiento de tierras. De este modo, los grupos
guerrilleros que se habían negado a levantar la lucha
arrecieron su actividad armada en clara muestra de su
descontento.
Con la finalidad de llegar a un acuerdo con los
campesinos alzados, el mismo presidente Madero fue a parlamentar
con su líder,
Emiliano Zapata, en la ciudad de Coautla. Le prometió
entregar tierras a los campesinos, accediendo a sus pedidos. Como
respuesta a la actitud del
gobierno, Zapata
ordenaba desmovilizar las milicias campesinas. No se sabe, a
ciencia
cierta, si Madero era sincero en sus promesas y si es que
sabía y había ordenado él mismo, la
represión del ejército a las huestes campesinas en
proceso de
desmovilización, mientras aún se realizaba la
conferencia.
Lo cierto es que el hecho fue tomado por los campesinos como una
terrible burla de parte del gobierno. Pensaron que todo
había sido un vil engaño para desarmarlos y
reprimirlos.
Este hecho marcará el futuro de la
revolución mexicana y explicará la conducta de
Zapata en el futuro. Convocó nuevamente a sus seguidores y
se reunieron en Villa Ayala, donde proclamaron el Plan de Ayala.
En su documento declaran traidor a Madero e instan a su
derrocamiento. Por otro lado, deciden comenzar la
redistribución de tierras. Sostenían que no se
trataba de esperar a que la revolución triunfe. La
distribución de tierras tenía que
ser realizada inmediatamente donde los rebeldes hubieran
adquirido el control mediante
su ejército campesino.
Este es el motivo fundamental por el cual la
revolución mexicana se extendería todavía
durante varios años más. Miles de campesinos se
alzaban en armas y tomaban tierras en todos los confines del
país. De esta manera, la lucha campesina contaba con
simpatizantes y adherentes que, a la vez de combatir, comenzaban
a producir en sus tierras constituyendo verdaderas zonas
liberadas que servían de sustento económico a las
guerrillas.
Por otro lado, en las ciudades comenzaron a manifestarse
fuertes protestas y huelgas organizadas por el movimiento
obrero que repudiaba a los intereses de las empresas
extranjeras que monopolizaban sectores estratégicos de la
economía,
principalmente el
petróleo. Así, la Revolución mexicana,
además de su contenido agrario, incorporaba un sentimiento
nacionalista producto del
saqueo que experimentaba el país, además de
demandas de carácter laboral y social
propias de los trabajadores obreros de las industrias de las
ciudades.
La situación se tornaba increíblemente
complicada para el nuevo presidente. Había perdido
paulatinamente el apoyo popular con el que nació su
gobierno. Las luchas campesinas y las protestas obreras
desestabilizaban su gobierno y los sectores conservadores,
hacendados y empresarios extranjeros, comprendían que la
situación política se
desarrollaba hacia una transformación de la sociedad mucho
más profunda que el simple cambio de gobernante. Por eso
decidieron actuar. Por un lado, Estados Unidos, manifestaba su
"preocupación porque fueran afectados los intereses de sus
ciudadanos", lo que significaba una clara advertencia de
intervención en el conflicto. Por
otro lado, los hacendados preocupados por la situación de
sus haciendas, y los empresarios por la situación de sus
industrias, incentivaron el complot contra Madero en el seno del
ejército.
De este modo, los días del gobierno de Madero
estaban contados. Se inició el golpe de estado
militar al mando del general Félix Díaz ampliamente
apoyado por Estados Unidos y
Alemania.
Madero intentó una resistencia con
algunas tropas del ejército que todavía le eran
leales al mando de su jefe militar Victoriano Huerta. Los
combates se extendieron durante diez días (del 9 al 18 de
febrero de 1913) en la capital.
Fueron combates terriblemente sangrientos y la historia de México
los ha recogido con el nombre de la "decena
trágica".
Sin embargo, la suerte estaba ya echada para Madero. El
General Huerta, leal hasta ese momento con el presidente,
entró en negociaciones con los golpistas y
traicionándolo puso sus efectivos al servicio de la
revuelta derrocando a Madero y ungiéndose él mismo
como nuevo presidente.
5.
La restauración del poder de los
conservadores.
El golpe de estado contra
Madero resultó ser una restauración del porfiriato
(aunque sin Porfirio Díaz), pues las fuerzas conservadores
habían tomado nuevamente el control político en la
capital del país. Esta vez la dictadura mostró su
verdadero rostro anulando todo tipo de libertades
democráticas formales, asesinando al expresidente Madero y
disolviendo el parlamento. La represión contra las
protestas y huelgas obreras se hizo patente apenas posesionado el
nuevo dictador.
Sin embargo, la situación estaba muy lejos de
estabilizarse. Las guerrillas campesinas, comprendiendo
claramente que eran las fuerzas conservadoras que habían
retomado el poder, arreciaron su actividad subversiva,
principalmente en Morelos, al mando de Zapata que ya se perfilaba
como uno de los líderes campesinos de mayor relevancia. La
guerra campesina, conforme a lo proclamado por el plan de Ayala,
había comenzado una revolución agraria en la que
los campesinos guerrilleros distribuían tierras entre las
comunidades e imponían impuestos a los
hacendados. El dictador Huerta embistió ferozmente contra
la rebelión campesina quemando y saqueando los pueblos
indígenas con su ejército.
Por otro lado, al norte del país, se gestó
otro terrible foco de oposición. El gobernador de
Coahuila, Venustiano Carranza, se negó a reconocer a
Huerta como nuevo gobernante y lanzó su Plan de Guadalupe.
En esta nueva proclama, Carranza y sus adherentes se declaraban
defensores de la Constitución, que había sido
quebrantada por el golpe militar que hizo dictador a Huerta, y
llamaron a la lucha armada para derrocar a la dictadura creando
el ejército Constitucionalista. El plan de Guadalupe no
incluía las reformas agrarias que eran requeridas por los
campesinos. Sin embargo y pese a esto, Carranza logró
adherencias de campesinos del norte del país, comandados
por el célebre Pancho Villa, que constituyó la
fracción radical del bando constitucionalista.
Esta nueva tendencia, dentro de la guerra civil
mexicana, tenía sus claras divergencias internas. Esto
puede ser claramente ilustrado mediante los factores externos que
comenzaban a manifestarse en el conflicto. El gobierno de Estados
Unidos que inicialmente había apoyado el golpe militar,
pudo percibir desde muy temprano que la nueva dictadura, acosada
por el norte y por el sur, no tenía posibilidades de
mantenerse en el poder por mucho tiempo,
así que comenzaron a apoyar económicamente al
gobierno provisional que Carranza había instalado al norte
del país. Naturalmente, preferían a Carranza antes
que a Zapata que era mucho más radical.
6.
Las potencias extranjeras en el conflicto.
Este posicionamiento
de Estados Unidos muestra de manera muy nítida la
injerencia extranjera en el conflicto mexicano. México era
el tercer productor de petróleo en el mundo y tanto Estados Unidos
como Inglaterra
pugnaban por el control de esa producción y actuaban en contra de un
caudillo cuando éste beneficiaba a la otra potencia.
Así Inglaterra intentaba favorecer la permanencia en el
poder de Huerta (que beneficiaba al empresario
inglés
Cowdray) y Estados Unidos intentaba desplazarlo del poder. Sin
embargo, la primera guerra
mundial estaba a punto de estallar en Europa e
Inglaterra tuvo que apaciguar sus diferencias con Estados Unidos
para tenerlo como aliado frente a Alemania. Los germanos, por su
lado, favorecían a Huerta, pues éste respaldaba las
inversiones
alemanas en las plantaciones de café,
el comercio exterior
y la banca.
De este modo, las potencias imperialistas amenazaban
constantemente con intervenir militarmente en el conflicto para
poner fin a la "anarquía imperante" en México.
Sólo las detenía el profundo sentimiento
anti-imperialista vigente en el pueblo mexicano y, por eso los
distintos caudillos no estaban de acuerdo con esa
intervención.
Sin embargo, la tentación para intervenir fue
demasiado grande para Estados Unidos y aprovechó la
oportunidad cuando se produjo un incidente entre marinos
estadounidenses y tropas de Huerta en Veracruz. Apenas las tropas
estadounidenses habían desembarcado, se desataron fuertes
manifestaciones contra la intervención norteamericana por
todo el país.
Estados Unidos entonces, intentó apaciguar los
ánimos proponiendo una mediación que
implicaría la renuncia de Huerta y la conformación
de un gobierno neutral y provisional.
Nadie estaba dispuesto, empero, a tolerar la
intromisión de Estados Unidos. Ni Huerta, ni Carranza
aceptaron la propuesta y Estados Unidos tuvieron que retirar sus
tropas.
7. La
caída de Huerta y las nuevas
contradicciones.
Para el año 1914, la rebelión del
ejército constitucionalista se había generalizado
por varios puntos en el país. Durante los primeros meses
ya se habían apoderado de Torreón y de San Luis; en
mayo lo hicieron en Tepic y en junio, después de fuertes
batallas, tomaron Zacatecas. Las fuerzas rebeldes avanzaban
resueltamente sobre la ciudad de México. Una de sus
columnas, comandada por Pancho Villa, estaba ya en las puertas de
la ciudad cuando recibió la orden de Carranza de retirarse
para apoyar a otra de las columnas de su ejército. En
realidad, Carranza no deseaba que sea Pancho Villa el que toma la
ciudad de México, puesto que era demasiado radical y
deseaba evitar que tuviera influencia preponderante en la
conformación del nuevo orden una vez que se derrocara a
Huerta. De este modo, Carranza daba tiempo a su general
Obregón para que tome la ciudad.
Villa comprendió que lo que intentaba Carranza
era hacerlo a un lado y se negó a realizar la retirada, a
lo que Carranza respondió suspendiéndole el
suministro de municiones y demás pertrechos.
Esto disgustó naturalmente a los campesinos del
ejército constitucionalista y, después de amagos
serios entre las dos fracciones, llegaron a una acuerdo, el pacto
de Torreón. Según este acuerdo, se debía
combatir hasta hacer desaparecer al ejército federal de
Huerta y substituirlo por el ejército constitucionalista.
Villa aceptó que Carranza sea el nuevo presidente, dentro
de un nuevo orden democrático, pero impuso su
condición de jefe de la división del norte,
además de una distribución de tierras a los
campesinos.
De esta manera, ya solucionado el conflicto dentro de
las filas del ejército constitucionalista, Huerta tuvo que
renunciar (15 de julio de 1914) ante el inminente embate de sus
opositores.
8. Constitucionalistas contra
Convencionalistas.
El hecho de que las fuerzas constitucionalistas hubieran
llegado a un momentáneo acuerdo, no significaba que todo
estaba resuelto entre las fuerzas revolucionarias. Las guerrillas
campesinas del sur de Emiliano Zapata
habían tomado parte en la revuelta contra Huerta y
también se encontraban cerca de la capital. Lo que
perturbó, desde un comienzo, las relaciones entre las
fuerzas revolucionarias es que los oficiales del ejército
constitucionalista ya habían proclamado como presidente a
Venustiano Carranza, dejando así a las fuerzas agraristas
de Zapata, sin tener derecho a opinar sobre el asunto. Para
evaluar la actitud de Zapata, en este momento, conviene recordar
que el plan de Guadalupe de los constitucionalistas no
contemplaba el problema agrario y, por otro lado, seguramente que
también jugaron un rol en este momento, los recuerdos que
Zapata tenía sobre la traición de
Madero.
No podía pues Zapata aceptar de buen agrado la
pretendida imposición de los constitucionalistas,
así que desde un comienzo las relaciones se pusieron
tensas e incluso llegaron a enfrentamientos.
A consecuencia de las susceptibilidades que se
habían generado, Carranza convocó a una
convención de las fuerzas revolucionarias para que
trataran el problema del poder y de las políticas
que éste debía ejecutar. También
envió emisarios a Zapata para que intentaran llegar a un
acuerdo con el líder campesino y para que éste se
sumara a la Convención.
Las tratativas con Zapata fueron infructuosas, pues el
líder agrarista requería que Carranza declara
públicamente y por escrito su "sumisión total al
Plan de Ayala". Exigía que el acuerdo político de
la Convención se sustentara, sin revisión alguna,
en la letra del plan de Ayala y finalmente que, si es que
Carranza era elegido presidente, éste tuviera a su lado un
representante del mismo Zapata que supervisara y aprobara todas
las políticas del gobierno, así como las
designaciones de las autoridades. Las exigencias de Zapata eran
tales que Carranza no podía aceptarlas. Adujo que sus
generales lo habían elegido líder para que
implementara el plan de Guadalupe y no podía someterse a
otro plan.
La convención se retiró a Aguas Calientes
para deliberar en vista de los enfrentamientos que ya se
habían diseminado cerca de la capital. Carranza,
dejó su renuncia a la presidencia, por los
cuestionamientos que se habían hecho, pero con la clara
esperanza que sus generales pudieran lograr su nombramiento por
la convención y se retiró momentáneamente de
la escena. Zapata, que todavía se resistía a
asistir, fue invitado esta vez por la misma convención y
aunque tampoco asistió en persona, envió a sus
delegados.
Las deliberaciones estaban condenadas a entrabarse. Los
zapatistas se empecinaron en imponer el plan de Ayala e
inicialmente le dieron a las discusiones de la convención
una carácter programático. En cuanto a la
formación de gobierno, Carranza fue resistido por los
zapatistas y, esta vez también por los partidarios de
Pancho Villa. Se llegó al acuerdo de que debería
elegirse a una persona neutral en el conflicto que no fuera
resistido por nadie y, de ese modo, se designó a Eulalio
Gutiérrez.
El acuerdo fue frágil desde un comienzo. Carranza
no estaba dispuesto a aceptarlo. Sus ejércitos se
retiraron para emprender nuevamente la lucha. Se abría, de
tal forma, una nueva pugna entre constitucionalistas y
convencionalistas.
De este modo, se dio lugar a que los ejércitos de
Villa y de Zapata entren en la ciudad de México e instalen
el gobierno de la convención presidida por Eulalio
Gutiérrez.
La presencia de los líderes campesinos en la
ciudad capital fue célebre en la historia del país.
La población citadina, prejuiciosa en cuanto a los
ejércitos campesinos, había esperado ver a
vándalos que saquearan la ciudad y abusaran de los
pobladores. Concientes de estos prejuicios, los caudillos fueron
los suficientemente atinados como para prohibir a sus huestes
realizar actos de saqueo y maltrato a la población. El
espectáculo de ejércitos campesinos ocupando la
ciudad, pero tímidos, respetuosos, hasta temerosos no fue
sin embargo, algo más que anecdótico.
En otras circunstancias, tal vez hubiera servido para
lograr la adhesión de la población urbana a la
causa de los campesinos. En ese momento, no podía ser
así, porque Carranza ya se había ganado el apoyo de
los obreros ofreciéndoles mejoras laborales, como jornada
máxima de trabajo,
salario
mínimo y otras reivindicaciones. De este modo, se llegaron
incluso a formar batallones rojos de trabajadores de la "Casa del
Obrero Mundial" adheridos al ejército
constitucionalista.
A comienzos de 1915 las fuerzas de los
constitucionalistas, que reconocían la presidencia de
Carranza, al mando del general Obregón, se hicieron
fuertes y desalojaron a los ejércitos campesinos
convencionalistas de Villa y Zapata de la capital del
país.
Los ejércitos constitucionalistas de Carranza
pudieron hacerse fuertes, en ese momento, porque incluyeron en su
plan de Guadalupe una reforma
agraria y comenzaron a implementarla en algunos lugares del
norte del país ganando apoyo campesino. Respaldaron
además la formación de sindicatos,
impusieron impuestos a la iglesia y a
los comerciantes y otras reivindicaciones laborales (Jornada
máxima de trabajo, salario mínimo) con lo que se
ganaron a los obreros de "La Casa del Obrero Mundial" que era la
principal central obrera, que con sus "batallones rojos"
enfrentaron a los campesinos rebeldes, eliminando la posibilidad
de una alianza de obreros y campesinos en el proceso
revolucionario.
9.
Acción
reformadora de Zapata en Morelos.
Mientras las fuerzas de Villa se enfrentaban a los
constitucionalistas, Zapata y sus hombres se replegaron a su base
en Morelos, al sur de México y profundizó la
aplicación del plan de Ayala. De este modo, creó el
Banco Nacional
del Crédito
Rural para apoyar económicamente a los pequeños
productores y a las comunidades, fundó escuelas regionales
de agricultura y
estructuró una Fábrica Nacional de herramientas
agrícolas. Por otro lado, las comisiones agrarias del
ejército de Zapata deslindaban tierras y las
repartían a los campesinos en cada vez más extensos
territorios.
Para fines de 1915, las fuerzas constitucionalistas
atacaron las bases zapatistas aplicando la técnica de las
"Aldeas estratégicas" aniquilando a la población
campesina de Morelos.
En esta situación, Zapata replegó sus
tropas para iniciar una guerra de guerrillas y recién a
fines de 1916, las tropas constitucionalistas se retiraron del
sur de México totalmente desgastadas y Zapata pudo
reiniciar la recuperación de sus terrenos que
habían sido destruidos por las guerra.
10. El
fin de la Revolución.
La guerra entre villistas y Constitucionalistas en el
norte continuó a lo largo de 1916. Al fin, Carranza
entró a un acuerdo con Estados Unidos, según el
cual los constitucionalistas se comprometían a respetar la
propiedad
privada y la vida de los ciudadanos norteamericanos,
amnistía general, libertad de
cultos y solución del problema agrario sin expropiaciones.
Entonces Carranza pudo obtener ayuda incondicional de Estados
Unidos para su lucha contra Villa.
Estados Unidos encontró pretexto para su
intervención, cuando campesinos villistas fusilaron a 18
ingenieros estadounidenses que viajaban en un tren tomado por
Villa y además el hecho de que Villa había
penetrado en el poblado de Columbus en Estados Unidos en busca de
carrancistas que tenían paso libre por ese
territorio.
El comandante Pershing del ejército
norteamericano entró en más de 500
kilómetros con 6 mil hombres persiguiendo a Villa. Un
clima
nacionalista y anti-norteamericano se alzó por todo
México y Carranza exigió a Estados Unidos que
retire sus tropas y abandone el territorio mexicano. (incluso
hubo algunos choques entre fuerzas carrancistas y soldados
estadounidenses).
En este momento existió el peligro inminente de
una intervención militar estadounidense en gran escala (El
presidente Wilson había ya convocado al congreso para
solicitar su autorización). Sin embargo, Estados Unidos
estaba ya al borde de entrar en la primera guerra mundial y
naturalmente no deseaba abrirse otra guerra al sur de sus
fronteras. Los contingentes norteamericanos abandonaron
México en enero de 1917.
Los alemanes, por su parte, intentaban atar a Estados
Unidos en una guerra en México para impedir su
intervención en la guerra europea. Con este
propósito instaron a Carranza a una alianza con Alemania,
ofreciéndole que si ganaban la guerra le
devolverían Texas, Arizona y Nuevo México. Carranza
no se dejó atraer por la oferta alemana
y declaró su neutralidad en la guerra
mundial.
Durante la guerra civil entre convencionalistas y
constitucionalistas, Zapata denunció que los antiguos
latifundistas del tiempo de Porfirio Díaz habían
sido desplazados por los generales de Carranza.
Carranza, por su parte, luchaba contra los
revolucionarios campesinos y se enfrentaba a los Estados Unidos
declarando su independencia
frente a ellos y a la inversión
extranjera.
En febrero de 1917, Carranza logró ganar ventaja
en la correlación de fuerzas y tomó ciudad de
México. Se hizo elegir Presidente y promulgó la
constitución de Queretaro. Mientras tanto Villa y Zapata,
bastante reducidos en fuerzas, continuaron peleando hasta que
Zapata fuera asesinado en 1919 y Villa depuso las armas en 1920.
Pese a que Estados Unidos desconoció al gobierno de
Carranza, éste pudo estabilizarse en el poder.
Con la promulgación de la Constitución de
Queretaro, muchos historiadores dan por terminada la
Revolución Méxicana, puesto que es el legado que
esta célebre revolución dejaría a la
posteridad.
En esta constitución se declara el derecho de los
campesinos a poseer tierras; se establece el derecho de la
nación
a expropiar el capital extranjero; se distingue entre propiedad
del suelo y del
subsuelo, anulando así el derecho de las propiedades
extranjeras a explotar el petróleo
mexicano; se declara el derecho a la sindicalización, se
fija la jornada máxima de 8 horas diarias y se establece
un régimen de seguridad social.
Finalmente, se comenzaba a realizar un reparto de tierras a los
campesinos, dando así inicio a la Reforma
Agraria.
BIBLIOGRAFÍA
Grigulevich Iósif. "Luchadores por la libertad de
América".
Silva Herzog, Jesús. "Breve Historia de la
Revolución Mexicana".
Hamilton, Nora. "México: Los límites de
la autonomía del Estado".
Carlos Alberto echazú
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